dulce abismo


Amada,
supón que me voy lejos
tan lejos que olvidaré mi nombre.

Amada,
quizás soy otro hombre
más alto y menos viejo
que espera por si mismo
allá lejos, allá trepando el dulce abismo.

Amada,
supón que no hay remedio,
remedio es todo lo que intento.

Amada,
toma este pensamiento
colócalo en el centro de todo el egoísmo
y ve que no hay ausencia para el dulce abismo.

Amada,
supón que en el olvido
la noche me deja prisionero

Amada,
habrá un lucero nuevo
que no estará vencido
de luz y de optimismo
y habrá un sinfín
latente bajo el dulce abismo.

Amada,
la claridad me cerca.
Yo parto, tu guardarás el huerto.

Amada,
regresaré despierto
otra mañana terca de música y lirismo,
regresaré del sol que alumbra el dulce abismo.



(silvio Rodríguez – cuba)

confesión

Aunque no sé historia, o muy poca, yo soy el autor de esas páginas.

Todo me ha ocurrido a mí desde el principio.
Yo soy el protagonista,
la víctima, el culpable y el verdugo.

Soy el que mira y el que actúa.
Las edades en mí han descansado.
Los días han sido mi alimento.
Las ideas, mis alas,
mis puñales.

Por el hueco de mis manos ha pasado
el río de las armas.

Mis ojos son los hornos en que ha ardido
la creación entera.

Mi canto es el silencio.

Hombre, mujer, niño, anciano,
cada gesto mío tiembla en las estrellas
atravesando el tiempo irrepetible.

Yo soy. No busquen a otro,
no torturen a otro,
no amen a otro.

No tengo escapatoria.


Cintio Vitier, Cuba, 1921.