Amada,
supón que me voy lejos
tan lejos que olvidaré mi nombre.
Amada,
quizás soy otro hombre
más alto y menos viejo
que espera por si mismo
allá lejos, allá trepando el dulce abismo.
Amada,
supón que no hay remedio,
remedio es todo lo que intento.
Amada,
toma este pensamiento
colócalo en el centro de todo el egoísmo
y ve que no hay ausencia para el dulce abismo.
Amada,
supón que en el olvido
la noche me deja prisionero
Amada,
habrá un lucero nuevo
que no estará vencido
de luz y de optimismo
y habrá un sinfín
latente bajo el dulce abismo.
Amada,
la claridad me cerca.
Yo parto, tu guardarás el huerto.
Amada,
regresaré despierto
otra mañana terca de música y lirismo,
regresaré del sol que alumbra el dulce abismo.
(silvio Rodríguez – cuba)