Este mensaje no es una cadena. Por lo tanto, destrúyalo sin reenviarlo a nadie. Contravenir esta sugerencia sólo congestionaría inútilmente las líneas. Tenga buen criterio. Ni siquiera es necesario que siga leyendo esto. Si no tiene otra razón para continuar conectado/a a la red, puede eliminar este mensaje y salir del programa, sin tener que lamentar la pérdida de ninguna información relevante. Es más, si usted todavía sigue leyendo esto, francamente, es porque es un ser parasitario, que no tiene nada que hacer. Por qué mejor no sale a pasear? Le repito que en estas líneas no va a encontrar absolutamente nada que le sea de utilidad. Doy fe de ello, puesto que conozco la continuación del texto. Es exactamente del mismo tenor que cuanto antecede. Vale decir: no dice nada. Así que... ¡basta de leer, imbécil! ¿Qué estás esperando encontrar? Ya te dije que no hay nada... ¿no me creés? Bueno, jorobate. Seguí leyendo, que no vas a encontrar nada que no sea la confirmación de lo anterior, es decir, que en lo que sigue no se dice nada. Nada de nada. No hay voluntad de diálogo, ni tan siquiera voluntad de monólogo. Es un texto vacío, y va a seguir así hasta la última de sus líneas. Se podría lo mismo dejar en blanco las líneas que faltan, de no ser porque como esta página no tiene renglones, no se notaría que están. Pero el que estén no significa nada. No están por nada en especial. Entiendo que la curiosidad te pueda haber llevado a seguir leyendo hasta acá, pero si seguís... es porque tu pelotudez no tiene limites, ¡Qué idiota, Dios libre y guarde! Ni siquiera para un lingüista o un gramático tiene sentido continuar leyendo esto, porque es una simple colección de frases banales cuyo único objetivo es ratificar la ausencia de finalidad de todo el resto del texto. (Continuará)
Leo Maslíah Carta a un escritor latinoamericano y otros insultos. Buenos Aires, Ed. de la Flor, 2000.
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