cilene

Cilene sabe que lo que está más allá, es para ella.
-Mãe, qué hay detrás de esa montaña?- Se dice así, se siente de otra manera.

Ese sentimiento lo tiene una niña de 9 años. Ella está impresionada con esa montaña y algo le dice que el mundo no termina en ese montón de piedra.
Cilene es otra hermana, es otra hija, es otra ayuda para su madre pero es otra boca. El día de mañana Cilene deberá hacer esto que su madre hace y esta aprendiendo, es disciplinada, habla poco y su padre la ama. No todo es promiscuidad en el campo. No todo es mugre y trabajo. No todo es frío y aburrimiento; la vida en este paraje es esto que se ve. Un río limpio, las flores con sentido y un montón de tierra que hay que trabajar y respetar, porque cuando la tierra se amiga de las manos de la gente, da todo lo bueno que tiene y se brinda tanto; que el hombre se enamora, hasta unirse definitivamente a ella en muerte.
Cilene está obnubilada por las manos de su padre, las manos de su padre le estallan en el viento. Su padre tiene las manos de madera y si él la abraza parece es el dueño del bosque ya que con el viene el olor de la madera, y la frescura de los árboles. Para la madre de Cilene, su marido es un hombre que trabaja y eso basta, es lógico que beba de vez en cuando ya que de sol a sol se parte la espalda. Ella no necesita beber porque es mujer y es mejor que no lo haga por algo que esta también escrito en su sangre.
Cilene tiene los ojos claros como su padre y su padre tiene los ojos claros como su madre y esta historia sigue hasta tatarabuelos.
La niña de los ojos claros tiene una nariz fina que corta el viento, la cara limpia, el cabello adolescente y tiene en mente saber que hay detrás de aquella montaña.
De lo que hay detrás su padre no habla o por lo menos niega saber.


Cilene es tan protagonista de ese lugar, que nadie aceptaría que ese sitio no es suyo.
Siempre hay un camino que casi nadie conoce. Es un camino que aún no se ha hecho, es un camino mas allá. Aquí, parados en la puerta de la casa, al lado de ese tronco que parece ser el lugar de descanso obligatorio para atardeceres; aquí a la altura de estos nueve años de niña, eso no es un camino. Es que los caminos nacen como preguntitas de hijo, como respuestas de padre se hacen hilo y sendero y es a fuerza de enfrentarlo y dar los pasos que todo eso se vuelve nada más y nada menos que tu vida


Del otro lado de la montaña hay ahora una mujer feliz, que mira en el escritorio de su universidad una foto. El papel fotográfico ha dejado a Cilene enfrentada a sus recuerdos, ella ha colocado la mano en su rostro y mirando las fotos de sus dos hijos, un niño y una niña es que se ha visto sobresaltada. Justamente en los pequeños ojos de su niña es donde ve que están mirando otra montaña.

(sergio mercurio - argentina)
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