Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarle una nariz que se sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! Y en esto soy irreductible: no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
(Oliverio Girondo, fragmento)
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