De mañana temprano entré a un bar, me senté a una mesa, pedí cosas y fingí desayunar. La gente me miraba y no se daba cuenta de nada. Yo también los miraba y pensaba, satisfecho “ignoran que no estoy desayunando”. Después me fui a una parada y simulé que esperaba un ómnibus. La gente venía y se iba yendo en los distintos ómnibus que pasaban, y todos me trataban con la misma indiferencia con que se trataban entre ellos, como si hubiera sido uno más. Yo pensaba, satisfecho “ignoran que no estoy esperando ningún ómnibus.” Más tarde fui a una oficina, me senté en un escritorio y traté de dar la sensación de que estaba trabajando. Nadie sospechó nada, y yo, satisfecho, miraba de vez en cuando a los otros mientras pensaba “ignoran que no estoy trabajando”. Ahora ya es de noche y estoy en mi cuarto con la luz apagada y los ojos cerrados. Aunque no las veo, sé que las paredes me están mirando. Yo me quedo quieto y pienso “ignoran que no estoy durmiendo.”
(Leo Maslíah – Uruguay)