LIMA (AFP) - El ex presidente peruano Alberto Fujimori compareció para el inicio de un histórico juicio por violación a los derechos humanos en que se declaró inocente y del que podría salir con una sentencia en prisión de por vida, en una jornada que finalizó de manera abrupta por una hipertensión del acusado.
Despojado del enorme poder que ostentó en la década pasada, Fujimori, de 69 años, se sentó en el banquillo de los acusados ante un tribunal de la Corte Suprema presidido por el juez César San Martín, quien debe estudiar el pedido del fiscal José Peláez, que exige una condena de 30 años de cárcel por dos matanzas que dejaron 25 muertos y por dos casos de secuestro de opositores.
Tras un receso, el médico del Instituto Nacional Penitenciario señaló ante el tribunal que Fujimori fue evaluado a las 13H45 (18H45 GMT) y presentó "síntomas de dolor precordial, dolor de cabeza, dolor de garganta, y en el examen se evaluó una crisis hipertensiva. Se recomienda reposo por el día de hoy hasta evaluación el día de mañana".
Por esa razón San Martín suspendió la audiencia hasta el miércoles a las 09H30 locales (14H30 GMT).
Sin embargo en el comienzo del juicio Fujimori lució de buen semblante. Vestido sobriamente con terno oscuro y una corbata dorada, estuvo serio y callado durante las primeras horas pero luego ante una pregunta de San Martín sorprendió levantando la voz y utilizando un tono de arenga política.
"Rechazo los cargos, soy inocente, no acepto la acusación fiscal", dijo Fujimori en tono vibrante en respuesta al juez, que le preguntó si aceptaba la requisitoria de la fiscalía.
"Acusado Fujimori, aquí mando yo. Tranquilo, tiene usted que respetar las directivas del tribunal", le dijo en voz alta el juez San Martín, quien le pidió precisar 'Sí' o 'No' a su pregunta.
Un exaltado Fujimori solicitó luego al juez, en medio de aplausos, "30 segundos" para terminar de exponer una síntesis de su defensa, que continuó a las apuradas señalando que "yo recibí el país en el año 1990 casi en colapso".
"Mi gobierno rescató los derechos humanos de 25 millones de peruanos, sin excepción alguna. Si hubo hechos execrables no fueron por mi orden y los condeno", remató agitado Fujimori, que empleaba un timbre enérgico de voz y agitaba los brazos constantemente parado detrás del pupitre asignado por el tribunal.
En una sala contigua y separada por un ventanal de la sala de juzgamiento se encontraban tres de sus cuatro hijos: la congresista Keiko Sofía, Sachi Marcela y Kenji Gerardo. Junto a ellos un grupo de congresistas fujimoristas, y en la misma sala familiares de las víctimas, periodistas, representantes de organismos de derechos humanos y observadores internacionales.
Durante la audiencia se escuchaban a lo lejos persistentes arengas de partidarios de Fujimori lanzadas por altoparlantes. "Estamos contigo 'Chino'", "el 'Chino' es inocente", rugía una estentórea voz desde un local a unos cien metros del lugar de juzgamiento.
Fujimori, quien gobernó entre 1990 y 2000, es acusado de ser autor intelectual en el asesinato, tortura y lesiones graves por las matanzas en el vecindario limeño de Barrios Altos y en la Universidad La Cantuta, que costaron la vida a un total de 25 personas, en 1991 y 1992, ejecutadas por un comando de la muerte denominado Grupo Colina.
Ambos hechos están considerados como los peores crímenes perpetrados por el Estado en el conflicto interno entre 1980 y 2000 contra los guerrilleros Sendero Luminoso y MRTA.
Para el fiscal Peláez -quien hizo notar en el juicio que hoy es el día de los derechos humanos-, Fujimori "trazó una política de combatir la subversión usando los métodos de guerra clandestina de baja intensidad y eliminación de enemigos".
El juez San Martín junto a los magistrados Hugo Príncipe y Víctor Prado analizarán el dictamen de Peláez e interrogarán a unas cincuentas personas, llamadas por la fiscalía y la defensa de Fujimori, en el juicio que se estima tendrá una duración no menor de un año.